Para concluir con el relato de mi visita a Auschwitz lo cierro con la foto más reconfortante de Auschwitz: la horca donde ajusticiaron el 16 de abril de 1947 a un criminal llamado Rudolf Höss.
Höss era teniente coronel de las SS y fue el comandante que más tiempo estuvo al frente de Auschwitz. Entre sus innumerables crímenes estaba el de implantar en Auschwitz el asesinato en masa con gas Zyklon.
Al terminar la guerra Höss consiguió huir disfrazado de soldado raso de la Kriegsmarine y desapareció del mapa.
Los británicos le buscaban sin éxito, pero tenían en su poder a su esposa, Hedwig Höss y a sus cinco hijos. Sospechaban que Hedwig sí conocía el lugar donde se encontraba su marido. Ella lo negaba rotundamente hasta que un día a los británicos se les acabó la paciencia, entraron en su celda y le dieron un ultimátum.
––Tiene 10 minutos para decirnos donde se encuentra su marido. Si no lo hace la entregaremos con todos sus hijos a los soviéticos. Será inmediatamente fusilada, sus hijos enviados a SIberia, pero sobre todo las niñas van a ser un regalo muy apreciado por los soldados soviéticos.
Cuando una madre se ve en el dilema de salvar a sus hijos o a su marido, lo tiene muy claro.
Los soldados británicos que buscaban a Höss estaban dirigidos por Hanns Alexander, un joven judío alemán que había podido refugiarse en Gran Bretaña antes de empezar la guerra. En la British Army se habían alistado numerosos judíos alemanes y austríacos que se convirtieron en implacables cazadores de nazis. Tarantino quizás se inspiró en las hazañas de estos soldados para hacer su película “Inglourious Basterds” (2009).
Con la información sacada a la esposa, se dirigieron a la granja donde Höss estaba escondido bajo el nombre falso de Franz Lang. Lo sorprendieron durmiendo en una zona del establo donde se sacrificaban los animales.
Höss se despertó aterrorizado cuando abrió los ojos y vio un montón de uniformes británicos a su alrededor. Un sargento judío que había perdido a toda su familia en Auschwitz comenzó a interrogarle.
––¿Cómo te llamas?
––Franz Lang ––Antes de que terminase de decir el apellido recibió una lluvia de golpes.
––¡Maldito bastardo nazi! Te vamos a matar como a una rata si no dices tu verdadero nombre.
––¡Sácate ese anillo! ––Otro militar señalaba a su dedo anular, seguramente llevaría el nombre grabado en la parte interna––. Si no te lo sacas te corto ahora mismo el dedo, cerdo nazi.
Höss confesó, sabía que de lo contrario le iban a matar allí mismo.
Se lo llevaron prisionero y lo entregaron al Tribunal Militar Internacional de Nuremberg donde fue procesado por todos sus crímenes. En mayo de 1946 fue transferido a las autoridades polacas. El Tribunal Supremo polaco ratificó la pena de morir ahorcado. La sentencia fue ejecutada en el mismo lugar donde él había dirigido un infierno para millones de seres inocentes.
La gente que visita Auschwitz se queda sobrecogida ante la monstruosidad de los crímenes que se cometieron en nombre de la doctrina nacional-socialista. Todos dicen “por favor que nunca se vuelva a repetir” y suben al autobús con la botellita de agua para continuar con su visita turística por los bellos rincones que ofrece Centroeuropa. Ahora toca Cracovia y luego Budapest. ¡Qué guay! A los diez minutos a la mayoría se les ha olvidado que los abusos contra los derechos humanos se han producido, se están produciendo y se seguirán perpetrando en muchos rincones del Planeta. Así es la condición humana. Acaeció en el Congo Belga, en Camboya, en los Balcanes… Y sigue ocurriendo en África con sus inagotables guerras. Casi todos los días nos llegan noticias de violaciones de los Derechos Humanos que suceden en distintos lugares como por ejemplo Siria, Arabia Saudí, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, etc.
En cualquier lugar donde obliguen a las personas a estar supeditadas a una determinada ideología o religión se continuarán produciendo abusos contra los Derechos Humanos.
Homo homini lupus. Que me perdonen los lobos.